Emoción,
cognición y política
La cognición política ha
sido un factor decisivo en la evolución de la humanidad, fomentando la
cooperación y la toma de decisiones colectiva en la búsqueda de la
supervivencia y el bienestar.
La cognición política está modelada por las emociones.
El procesamiento de la
información (cognición) puede funcionar con o sin ansiedad (emoción) llevando a
dos formas diferentes de toma de decisiones: racional, evaluando la nueva
información o la rutina basada en experiencias anteriores procesadas en los
mapas cerebrales.
Las emociones fuertes
disparan los mecanismos de alerta que aumentan la importancia de la evaluación
racional de la decisión.
Las emociones más
importantes para el comportamiento político son el entusiasmo-depresión y el
miedo-calma.
El comportamiento político
está condicionado por dos sistemas emocionales: el sistema de predisposiciones y
el mecanismo de razonamiento.
Los ciudadanos entusiastas
siguen la línea del partido, mientras que los que están preocupados estudian
con más detenimiento las opciones.
Los afectos positivos y
negativos se relacionan con dos sistemas motivacionales básicos resultado de la
evolución: aproximación y evitación. La aproximación tiene que ver con un
comportamiento de búsqueda de objetivos que produce emociones positivas,
dirigiendo al individuo a experiencias y situaciones que producen placer o
gratificación. La evitación se vincula con las emociones negativas y tiende a
proteger al individuo de los acontecimientos negativos.
La ira se conecta con el comportamiento
de aproximación y la ansiedad con el de la evitación. Hay una relación entre
ansiedad y aversión al riesgo y entre ira y asunción de riesgos.
La ansiedad es una respuesta
a una amenaza sobre la que apenas se tiene control, y la ira es una respuesta a
un acontecimiento negativo que contradice un deseo.
En una situación de gran
amenaza, la ansiedad lleva a procesar la información cuidadosamente, a
informarse mejor sobre el candidato que genera la ansiedad.
En un entorno de baja
amenaza, se presta más atención a la información que evoca ira.
Los individuos son avaros
cognitivos que buscan información que confirme sus creencias y costumbres.
Si las personas encuentran
en su red social actitudes con las que coinciden, son más activas políticamente,
mientras que las ideas contradictorias reducen la participación.
La actitud de los sujetos
está influida por los sentimientos hacia otras personas de la red. Los
sentimientos se construyen mediante la percepción de las emociones Las
actitudes se producen al compartir prácticas.
Algunas emociones tienen un
papel importante en el proceso político: miedo y esperanza.
Como una de las
características distintivas de la mente humana es la capacidad para imaginar el
futuro, la esperanza es un ingrediente fundamental para activar los mapas
cerebrales que motivan el comportamiento orientado al bienestar futuro como
consecuencia de una actuación presente. Así pues, la esperanza es un componente
clave de la movilización política.
Pero la esperanza también se
mezcal con el miedo a que el candidato favorito pierda o decepcione a sus
votantes. La esperanza y el temor se combinan en el proceso político, y los
mensajes de las campañas se dirigen a estimular la esperanza y a instilar miedo
al oponente.
No existe la política en
general; siempre se trata de “mi política” –procesada por los patrones
neuronales de mi cerebro y activada mediante las decisiones que articulan mis
emociones y mi capacidad cognitiva- transmitida mediante mis sentimientos.
EMOCIÓN Y COGNICIÓN EN LAS CAMPAÑAS
Cada vez más estudios
subrayan el papel del componente emocional en las campañas políticas. Una gran
proporción de los votos se explican con dos variables: sentimientos hacia el
partido y sentimientos hacia el candidato. Los ciudadanos más informados son
quienes más responden a los anuncios emocionales.
Las emociones son un canal para transmitir argumentos.
La publicidad que provoca
entusiasmo polariza las opciones, la que genera miedo aumenta la probabilidad
de un cambio en las preferencias del espectador.
La información y la emoción
están relacionadas. El contenido y los argumentos deben transmitir un mensaje
general. Deben indicar a los votantes qué les debe causar miedo y esperanza y,
en muchos casos, lo que los votantes deben hacer con dichos sentimientos. Las
emociones envían señales para decir ¡Esto es importante!
Las emociones despiertan el
razonamiento, enmarcan la comprensión y movilizan la acción bajo los marcos
mentales transmitido por el mensaje construido.
Como la mente se va formando
con la experiencia, la propaganda y las campañas políticas intentan conectar
imágenes concretas con experiencias concretas para activar o desactivar las
metáforas que pueden motivar el apoyo a un actor determinado.
Los ciudadanos toman
decisiones gestionando el conflicto entre lo que saben y lo que sienten. Las
predisposiciones y valores influyen más que el interés personal material. La
gente tiende a creer lo que quiere creer.
La gente apoya al candidato
que le provoca los sentimientos adecuados, no al que presenta los mejores
argumentos.
Las creencias de las
personas son el factor clave que determina la conducta política, y estas
dependen de lo que los ciudadanos desean. Para cambiar sus creencias, tienen
que cambiar lo que quieren.
El enmarcado de la mente
Las historias más destacadas
son aquellas que amenazan la seguridad de las personas o que infringían las
normas sociales. Cuando se disparan los mecanismos emocionales del sistema de
vigilancia del cerebro, se activan las capacidades de un nivel superior de
decisión, lo que lleva a prestar una mayor atención a la información y a una
búsqueda más activa de ella.
El enmarcado actúa a través
de la estructura y la forma de la narración y por el uso selectivo de sonidos e
imágenes.
El enmarcado de la opinión
pública se realiza mediante procesos que se producen principalmente en los
medios de comunicación: el establecimiento de la agenda (agenda setting), la
priorización (priming, duración y repetición)) y el enmarcado (framing).
El enmarcado es el proceso
de seleccionar y resaltar algunos aspectos de los acontecimientos o asuntos y
establecer relaciones entre ellos con el fin de promover una determinada
interpretación, evaluación y/o solución. Es un mecanismo fundamental de activación
de la mente porque relaciona directamente la estructura de una narración
transmitida por los medios con las redes neuronales del cerebro.
Los marcos no están fuera de la mente.
Los marcos que emplean
términos con mayores resonancias culturales: palabras e imágenes que llaman la
atención, son compresibles, fáciles de recordar y que incluyen una carga
emocional.
Cuanto mayores sean su
resonancia y magnitud, más probabilidades habrá de que el enmarcado evoque
sentimientos y pensamientos parecidos en una audiencia más numerosa.
Los marcos están organizados
en paradigmas: redes de esquemas habituales que aplican analogías procedentes
de historias anteriores a los acontecimientos nuevos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.