Los que somos habitantes
de la Ciudad de México estamos viviendo desde hace unos días los estragos de
los altos niveles de contaminación
La contaminación nos está
pegando, y muy fuerte.
Los que somos habitantes
de la Ciudad de México estamos viviendo desde hace unos días los estragos de
los altos niveles de contaminación.
Ahora, en el momento en el
que escribo, y de acuerdo al portal del Gobierno de la Ciudad de México
“aire.df.gob.mx”, la calidad del aire está considerada como “Mala” con un
índice de 124 predominando el Ozono como contaminante.
¿Las recomendaciones que
dan? Que los niños, adultos mayores, personas con intensa actividad física o
con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, deben limitar los esfuerzos
prolongados al aire libre. Y aparte, se toman medidas como las restricciones al
uso de los vehículos.
Pero sucede que en este
gran monstruo de ciudad en la que vivimos no basta con las medidas que pueda
tomar el ciudadano de a pie o el que anda en 4 ruedas. Hay que tener muy clara
la magnitud de la población que circulamos en la Ciudad. No solamente somos los
9 millones y algo más que vivimos aquí, sino que hay que considerar a todos los
que están en la Zona Metropolitana del Valle de México, que también tienen
actividad laboral y académica en la ciudad, así que sumemos otros tantos
millones, digamos para cerrar la cifra, otros veinte millones más.
Ahora sumemos a esta
crisis los 6.8 millones de autos circulando.
Mucha gente moviéndose de
un lado para el otro, haciendo vida, trabajo y estudio.
Ya no importa que haya una
gruesa capa de smog. Hay que seguir operando.
Y probablemente el
ciudadano común se sienta un poco desprotegido, ya que no tiene por si solo, en
sus manos, la solución definitiva para seguir llevando su vida mientras se
encuentra con este problema. Se disminuye el tráfico de vehículos, ¿pero qué
más?
El problema ya está aquí y
más allá de campañas que se hagan contra la contaminación ambiental (eso debió
suceder antes, y sobre todo, que la gente y las industrias hicieran caso) hay
que tomar medidas para que el ciudadano no se sienta solo contra el mundo si no
puede circular en sus autos para ir a trabajar o a la escuela.
Hay empresas que están
ocupándose en ello, y más allá de que dejen el transporte gratuito de parte del
Gobierno de la CDMX (que no es suficiente y tampoco es de buena calidad) las
empresas privadas están levantando la mano para apoyar a la gente que, tarde o
temprano, podría ser su usuario.
Esfuerzos como el de Uber,
junto con BMWi y Nissan abren una propuesta para que la gente use vehículos
compartidos y también con emisión baja de contaminantes.
Inclusive, servicios que
no tienen que ver de manera directa con la categoría de los taxis, se
comprometen con la gente, dando rutas gratuitas
y demostrando que tienen un compromiso con la ciudad y con el medio ambiente.
Uno de ellos es UTEP, que
es un servicio privado de transporte escolar y empresarial que ofrecerá hoy dos
rutas gratuitas en Santa Fe, que como sabemos es una zona de gran movimiento de
estudiantes y trabajadores y que se pueden ver afectados por las medidas de
seguridad debido a la contingencia ambiental.
En este servicio se
cubrirán dos rutas: de “La Lavadora” al metro Observatorio y al metro Tacubaya,
en el que se buscará beneficiar a más de 1,500 ciudadanos.
Es muy importante que las
marcas con las que convivimos a diario se identifiquen con la gente, con el
consumidor, con el usuario, y no verlo exclusivamente como un número o una
venta conseguida.
La relación que exista
entre el público y las empresas y su difusión publicitaria/mercadológica debe
ser cada vez más transparente y cercana. La gente no es solo “target” o
“público objetivo”, son seres humanos que son beneficiados por las marcas con
sus productos y servicios porque les es satisfecha una necesidad, que no es
creada, sino que está implícita en las personas y que se va modificando,
aumentando o reduciendo de acuerdo a los tiempos, la tecnología, la cultura, la
sociedad, la economía y tantas otras variables que provocan que todos los
actores de la publicidad y la mercadotecnia estén atentos a las necesidades de
la gente.
Está muy bien hacer
negocio, así se mantienen los empleos de muchas personas y el capital sigue
circulando en beneficio de todos, pero el compromiso social y con el medio
ambiente es ya una obligación por parte de cada una de las empresas que existen
no solo en México, sino a nivel internacional.
Por lo menos aquí, en la
CDMX si estamos viendo que hay empresas que ponen su grano de arena para echar
la mano al ciudadano.
Repliquemos por favor
estas acciones, no a cambio de una venta ni de un voto, simplemente porque es
nuestra obligación moral.
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